

Sus columnas han sido uno de los grandes activos del diario El Mundo en los últimos años y daba gusto leerlas, ver como no era un hombre sectario, sino que sabía reconocer las virtudes y defectos de unos y otros, sin temor a lo que los demás opinaran. Es, en ese sentido, un ejemplo de estilo y de libertad, puesta sólo al servicio de uno mismo. Sus críticas, siempre incisivas, iban en la mayoría de ocasiones cargadas de ese sentido común tan infrecuente en el mundo periodístico actual, donde se le ha sustituido por un mercadeo en el que las columnas se compran y se venden al mejor postor.Gracias siempre por sus palabras, por sus artículos y por sus libros, que dejarán para siempre vivo su espíritu. Si desde el otro lado hay algo y se puede contemplar el mundo en su plenitud, seguro que las crónicas de Umbral, serían el mejor retrato de nuestra sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario